22 de Diciembre 1975 a 09 Enero 1976
AMÉRICA DEL SUR
ETAPA CÓRDOBA – SANTIAGO DE CHILE

Después de pasar a despedirnos del “Tata” y la “Memina”, mis padres, por la ciudad de Córdoba, partimos al mediodía hacia Mendoza con la idea de detenernos lo mínimo posible, para no llegar tan tarde a la primera escala. Hay que tener en cuenta que nuestra casita móvil se desplazaba a una velocidad máxima de 80 a 85 kms. por hora, ya que soportaba una carga permanente de casi ochocientos kilogramos.
El trayecto fue normal, por la ruta 36, hasta cerca de Almafuerte, donde una pick-up roja que venía rapidísimo nos pasó imprudentemente en una curva, rozándonos la puerta izquierda (la del conductor), provocándonos una pequeña abolladura, pero sin mayores consecuencias. La verdad es que podría haber sido un desastre, recién iniciado el viaje, por culpa de un temerario que hubiera arruinado en un segundo todo nuestro sueño de aventura.
Ya recuperados del “susto”, continuamos hacia el primer destino, deteniéndonos de vez en cuando para aflojar un poco las piernas. Llegamos a Mendoza a las 22:30 hs. y fuimos al departamento de un matrimonio amigo (José María y Marisol). Nos recibieron muy bien, tomamos un refresco y pudimos darnos una ducha reparadora, para volver a nuestro “caracol”, que estacionamos en la misma cuadra.
Después de dormir profundamente, nos levantamos el día 23 y salimos a comprar elementos de último momento. Nos dimos el “lujo” de desayunar en el Automóvil Club Argentino y alrededor de las diez de la mañana partimos hacia la cordillera, por la ruta 7, sin imaginarnos que nos esperaba un día “movidito” y complicado. La ruta estaba buena hasta 40 kms. antes de la frontera, donde se transformaba en ripio; sufríamos por el estado del camino pensando en cómo cuidábamos nuestra camioneta y considerando que recién estábamos en el comienzo del periplo. La recomendación del Comandante Principal de Gendarmería, que consultamos antes del viaje en Jesús María, fue de gran ayuda para agilizar los trámites de frontera, aunque después se demoraron por la mala organización de nuestra aduana. Para cruzar el “Túnel internacional” que parecía una cueva de la época prehistórica, con goteras, tablones y vías de tren que hacen peligrar a cualquier automovilista, nos quisieron cobrar (robar) $ 150.000. Eran pesos ley 18.188, que fue la moneda vigente en Argentina desde 1970 hasta 1983. Como no contábamos con el dinero argentino suficiente, intentamos subir por el “Cristo Redentor”, pero entre la altitud que nos encontrábamos (Más de tres mil metros) y el tremendo peso de la “casita”, tuvimos que dar la vuelta en el medio de los caracoles de subida y resignarnos a cruzar por el “túnel fantasma”. Por suerte pudimos “negociar” un precio más accesible ($ 79.000) y accedimos a la interminable cola de autos y camiones que esperaban el turno para el cruce.
Plaza Italia – Santiago de Chile
Como dato ilustrativo, vale aclarar que ese túnel por donde pasamos a la República de Chile, se había construido a comienzos del siglo XX, para el Ferrocarril Trasandino que unía las localidades de Los Andes en Chile, con Mendoza en Argentina. En 1980 se inauguró el nuevo túnel internacional “Cristo Redentor”, situado a 3.200 metros de altitud. Actualmente, existe el proyecto de restaurar y ampliar el viejo túnel ferroviario, para habilitarlo, y de esa manera contar con dos pasos en distintos sentidos de circulación.
Continuando el relato, después de atravesar la “cueva” del ferrocarril, nos encontramos en territorio chileno, realizamos los trámites reglamentarios y reanudamos la aventura bajando por los famosos caracoles, que eran de ripio en esa época, y tratamos de recuperar algo de tiempo, para poder llegar a la casa de Carmen y Pablo (hermana y cuñado), en Santiago .
Paramos solamente en Los Andes, para refrescarnos un poco, y finalmente llegamos a la calle Rosa de los Andes, en la comuna de “La Reyna”, a las diez y media de la noche. Estábamos muy cansados, pero felices de encontrarnos con nuestra gente.
Parque Forestal / Río Mapocho – Santiago de Chile
En total estuvimos dieciseis días en Santiago, donde pasamos la navidad y recibimos el año 1976 acompañados de nuestros hermanos y amigos que nos brindaron todo el cariño y el apoyo que necesitábamos. Allí vendimos una caja de whisky al hermano de Pablo (7 dólares cada botella), por lo que pudimos recaudar un monto muy significativo para nuestro presupuesto, que nos ayudó a pagar el combustible de ese primer tramo. En la noche de año nuevo, festejamos a lo grande en la casa de la familia Thais (Luis y Francisca), muy amigos de Carmen y Pablo. Entre las personas presentes, conocimos al hermano de Luis (Willy) que vivía en Lima, Perú, y estaba de visita en Santiago. Obviamente que le comentamos de nuestro viaje y que íbamos a pasar por Lima pocos días después, por lo que nos ofreció recibirnos en su casa y ayudarnos a conocer mejor la capital peruana.
Un detalle de color fue la entrevista que nos hicieron en el diario “La Tercera” de Santiago, a donde fuimos con nuestro sobrino mayor , que tenía sólo cuatro años por entonces. La nota salió publicada unos días más tarde en el diario, con el título “En luna de miel, sobre ruedas y hasta Alaska” y la fotografía nos muestra con la “casita” y con Tristán.
Cuando analizamos en perspectiva temporal la estadía en Santiago de Chile, recordamos que todavía estaba vigente el “toque de queda” impuesto después del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, por lo que cada paseo o visita terminaba a las 23:00 hs., indefectiblemente. Además, nos resulta casi increíble pensar que en ese momento tan difícil para Chile, comparábamos su ciudad capital más con Córdoba que con Buenos Aires. No por el número de habitantes, sino por la cantidad y calidad de infraestructura y servicios que brindaba, resultando en un nivel de vida similar a nuestra “Docta”. A partir de la década del ochenta se produjo un desarrollo inmobiliario impresionante en la capital chilena, acompañado de tecnología y servicios de última generación, que posicionaron a Santiago entre las mejores ciudades de Latinoamérica. En los últimos años, hemos ido muy seguido a Santiago y alrededores, comprobando el permanente desarrollo social, político y económico que se está produciendo en Chile.
Nota Diario “La Tercera” – Santiago de Chile
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