
- Año: 2008
- Recorrido: Mendoza – La Serena y Santiago de Chile
- Distancia recorrida: 3.000 Km.
- Vehículos: Isuzu Trooper

Después del fantástico recorrido que habíamos hecho el año anterior, con Alina y José, por el norte de Chile y Bolivia, invitamos a nuestros consuegros Patricia y Tomy a visitar las Regiones de Coquimbo y Valparaíso, en la República de Chile. Por supuesto que el viaje contemplaba también una parada en Santiago, para saludar y compartir con los familiares chilenos, ya que hacía mucho tiempo que no cruzábamos la cordillera. Partimos en los primeros días de diciembre, para hacer una escala en la ciudad de Mendoza. Allí nos alojamos en un departamento del Barrio Aeronáutico, ubicado en pleno centro, sobre la avenida San Martín.
La idea era quedarnos dos noches, así que decidimos contactarnos con un viejo amigo, Carlos Smovir, con quien no nos habíamos visto en los últimos dieciocho años. Nos invitó a almorzar a su casa al día siguiente; preparó unos riquísimos spaghettis caseros con salsa, y luego de la sobremesa nos llevó a pasear por el icónico Cerro de la Gloria (antiguamente Cerro del Pilar). Se puede acceder a la cima en automóvil, estacionando cerca del Monumento. El mismo fue inaugurado el 12 de febrero de 1914, aniversario de la batalla de Chacabuco, en homenaje al ejército de los Andes. La obra pertenece al escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari y consta de una base de rocas de varias toneladas y esculturas en bronce.
A la tarde, Carlos nos llevó a visitar su emblemática fábrica de chocolates “La Cabaña”; nosotros ya conocíamos la anterior, inaugurada en la década del ochenta. Esta última data de 1998 y fue la primera del país con tecnología de punta, de origen italiano y alemán. Posee 3.600 metros cuadrados de superficie cubierta y refrigerada y un local de 300 m2 para la comercialización de productos propios y regionales típicos de Mendoza. Después de degustar diferentes manjares dulces, nos despedimos muy agradecidos por tantas atenciones y volvimos a nuestro alojamiento. Esa noche, la cena incluyó un brindis de buenos augurios para el cruce de la cordillera.
Alrededor de las nueve de la mañana, iniciamos la etapa que nos llevaría hasta La Serena, en Chile; teníamos un poco más de 700 kilómetros por delante. Cargamos combustible y tomamos un café en Uspallata; luego cruzamos la frontera y descendimos por los famosos caracoles, a través de un imponente paisaje, hasta la ciudad de Los Andes.
Después de almuerzo, empalmamos la autopista 5 norte y pusimos proa al norte chico chileno. Llegamos a La Serena a la tardecita y encontramos un cómodo alojamiento sobre la Avenida del Mar, en el complejo de cabañas “Las Añañucas”, cerca del Faro Monumental de la principal playa turística.
Lo primero que hicimos fueron las compras de víveres para varios días; hay un enorme Centro Comercial, el “Mall Plaza La Serena”, con supermercado incluido y un amplio Patio de Comidas. En esa época, el cambio de moneda nos favorecía y, en general, las cosas nos resultaban accesibles, especialmente la ropa.
La ciudad de La Serena es la capital de la Región de Coquimbo y uno de los principales destinos turísticos del país. Se destaca su centro histórico, con una preservada arquitectura neocolonial, caracterizada por sus balcones, pequeñas plazas e iglesias de piedra. Fundada en 1544, es la segunda más antigua de Chile. Actualmente tiene una población de casi 250.000 habitantes y alberga sucursales de las principales cadenas de multitiendas del país.
Durante la estadía, conocimos bien la ciudad, sus lugares históricos y el Mercado Central, en donde se pueden disfrutar riquísimos platos de pescados y mariscos. Obviamente que, por la época, la temperatura ambiente nos invitaba a gozar de la playa y las olas, justo frente a nuestro alojamiento, aunque el agua fría daba sólo para un “chapuzón”. Lo que aprovechamos una tarde, fue la piscina que tenía el complejo “Las Añañucas”, sobre la misma avenida del mar.
En una oportunidad fuimos a almorzar a Tongoy, que es un pueblito de pescadores ubicado a unos 60 kilómetros al sur, muy reconocido por su gastronomía típica.
También visitamos la vecina ciudad de Coquimbo, que junto a La Serena forman una Conurbación de más de 500.000 habitantes. Allí fuimos, particularmente, hasta la Cruz del Tercer Milenio, un monumento ubicado en el cerro “El Vigía”; Fue construido con motivo del Jubileo de 2.000, de la Iglesia Católica. La obra consta de tres niveles, con un total de 93 metros de altura; se lo considera el Monumento más alto de Sudamérica.
Pero, sin dudas, lo más gratificante fue el paseo que realizamos al Valle Del Elqui, hasta la ciudad de Vicuña. Se toma la Ruta Internacional CH-41, que une la ruta 5 Panamericana con el Paso Fronterizo de “Agua Negra”. Este valle es el espacio cultural desarrollado en la cuenca del Río Elqui, que nace en la cordillera. En el kilómetro 50 se ubica el embalse de Puclaro, cuyo recurso hídrico beneficia la producción de frutas, verduras y vides de la zona; especialmente papayas, uvas de exportación y para la elaboración del famoso pisco del lugar. Justamente la ciudad de Vicuña, capital del Elqui y del pisco chileno, tiene reconocidos establecimientos pisqueros; allí pudimos conocer la planta de producción de pisco CAPEL, en una interesante visita guiada, con degustación incluida. También visitamos el Museo “Gabriela Mistral”, situado en la casa donde nació la poetisa chilena ganadora del premio Nobel de Literatura.
El tejido urbano de Vicuña presenta nobles y antiguas construcciones de comienzos del siglo XX. Sobresalen frente a la plaza principal, el Templo de la Inmaculada Concepción y la Torre Bauer. Por otra parte, Al tener uno de los cielos más claros del hemisferio sur, diversas organizaciones internacionales han instalado observatorios astronómicos en las cumbres de los cerros Pachón y Tololo.
Por la tarde regresamos a La Serena, con una sola parada para comprar unas deliciosas papayas al natural y en almíbar, producidas en la zona. La última noche cenamos en el patio de comidas del Shopping y nos acostamos temprano.
A la mañana del quinto día, con la niebla característica de la costa que se disipa hacia el mediodía (le llaman “Camanchaca”), iniciamos la etapa a la Región de Valparaíso. Por la autopista 5 Norte hasta Pullalli y empalme a la derecha por la provincial E-30-F, para llegar a la zona de balnearios más importante de Chile. Papudo, Zapallar, Cachagua, Maitencillo, Concón, Reñaca y, finalmente, Viña del Mar. Allí nos alojamos por dos noches en un modesto hotel sobre la avenida España.
A la mañana siguiente fuimos a la ciudad de Valparaíso y ascendimos por el ascensor “Artillería” hasta el “Paseo 21 de Mayo”, ubicado frente al Terminal Pacífico Sur. Después de almuerzo volvimos a Viña, tomamos las fotos de rigor en el “Reloj de Flores” y caminamos por la costanera de Reñaca. Esta es una de las zonas turísticas más exclusivas de la comuna, con bares, restaurantes y cafeterías. Luego de un rico café frente a la playa, fuimos a conocer la emblemática “Quinta Vergara”, lugar en la que se realiza todos los años, en febrero, el “Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar”. Es un Hermoso parque en el que se encuentra el Palacio Vergara, con sus jardines, y el anfiteatro remodelado en el año 2002, de concreto sólido, con un aforo superior a los 15.000 espectadores.
Al otro día, después de almorzar en la salida de Viña, nos dirigimos a la penúltima etapa, en la ciudad capital de Chile. Hacía mucho tiempo que no entraba manejando a Santiago, por lo que sentía un poco de temor al intenso tránsito; llegamos a la tarde con el dato de un hotel en Vitacura, y efectivamente el movimiento vehicular era tremendo. Felizmente, luego de algunas vueltas, pudimos llegar y estacionamos frente al hotel “Río Bidasoa”, en la avenida Vitacura.
Rápidamente hicimos contacto telefónico con la familia chilena, y esa noche nos buscó nuestra sobrina Macarena, para cenar con ellos en su casa de Lo Barnechea, al oriente de la ciudad. Comimos muy rico y charlamos de todo, acompañados también por otros matrimonios amigos.
El único día completo en Santiago, lo aprovechamos con Tomy para visitar el cerro “San Cristóbal” y el centro de la ciudad. Las mujeres se dedicaron a las compras en las grandes tiendas chilenas, especialmente en el Shopping “Parque Arauco”; incluso hasta el día que nos íbamos, tuvimos que salir más cerca del mediodía, porque Patricia y Marta habían ido en un taxi al barrio de Patronato, buscando los mejores precios de ropa, para hijos y nietos.
Finalmente emprendimos el regreso; nos detuvimos sobre la ruta CH-57, llamada General San Martín, para conocer y fotografiar el “Monumento a la Victoria de Chacabuco”, erigida en conmemoración de la batalla homónima desarrollada el día 12 de febrero de 1817 en ese lugar. Ese día almorzamos frugalmente en la ruta, cerca de Los Andes, y compramos unas exquisitas cerezas para ir comiendo en el auto. A la tarde cargamos combustible y merendamos en Uspallata, para llegar luego a Mendoza, a la tardecita. Nos hospedamos nuevamente en el mismo departamento y nos quedamos dos noches más.
El Jefe del Barrio Aeronáutico y amigo de años, Fernando Klix, nos consiguió para el día siguiente pases especiales para poder ingresar a la inmensa piscina del Club Regatas de Mendoza, ubicado en el famoso Parque General San Martín. El calor era intenso, así que nos resultó muy gratificante la invitación tan oportuna. Esa última noche de viaje, cenamos en un restaurante del Paseo Peatonal Sarmiento y brindamos por los hermosos días compartidos.