Patagonia

  • Año: 1995 – 2003
  • Recorrido: Patagonia
  • Distancia recorrida: 80.000 km aprox.
  • Vehículos: Kombi Volswagen – Kía Besta – Isuzu Trooper

Desde el mes de febrero del año 1995 hasta el mes de enero del año 2.004, estuvimos viviendo en la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz. Como ya mencioné en el relato del viaje en el cual nos mudábamos a esta región tan lejana a nuestra “zona de confort” en las sierras de Córdoba, al comienzo todas eran dudas con respecto a la posibilidad de adecuarnos a esta nueva forma de vida e incertidumbre por el tiempo que teníamos que pasar aquí. Los hijos eran todavía adolescentes y nos habíamos acostumbrado a vivir al aire libre y cercanos a familiares y amigos. Belén ya había terminado sus estudios secundarios, pero decidió acompañarnos el primer año, para compartir la nueva experiencia con nosotros. Ahora teníamos que aprender a convivir con el frío y el intenso viento del oeste, en una latitud cercana a los 52 grados sur, que obliga a mantenerse habitualmente en lugares cerrados.

Patagonia Mia – Milonga (Juan y Esteban Jaureguiberry)

        La ciudad de Rio Gallegos, es la capital de la provincia de Santa Cruz; fue fundada el día 19 de diciembre de 1885, en la desembocadura del río Gallegos, al instalarse allí la Sub Prefectura Marítima, en el marco de la defensa de la soberanía del extremo continental del país. La oferta turística de la misma, está conformada por museos, monumentos histórico-culturales y un estuario que alberga miles de aves residentes y migratorias. El emblema de la ciudad es la Parroquia Catedral “Nuestra Señora de Luján”, construida íntegramente de madera y chapa, en 1899, y declarada Monumento Histórico Nacional.

         Rápidamente fuimos encontrando gente amable y solidaria, que hicieron más sencilla la adaptación a esta nueva forma de vida; entre ellos y muy especialmente, la familia Pernías (Salvador y Eugenia) y Gustavo Díaz, que además trabajaba conmigo en la “Inspección de Obras Río Gallegos”, dependiente de la Dirección de Infraestructura de la Fuerza Aérea Argentina. A Salvador yo lo había conocido en Ascochinga, 25 años antes, y a través de ellos tuvimos la suerte de encontrarnos con el matrimonio Enciso, Cacho y Patricia, con quienes compartimos también muchas noches de guitarra y amistad. 

        Fuimos conociendo de a poco, lugares formidables de la inmensidad patagónica. Los chicos se adaptaron a sus flamantes compañeros de colegio e iniciaron actividades deportivas en lugares cerrados. Particularmente, Juan Y Pedro ingresaron a un proyecto del colegio Ladvocat, llamado “Vida en la Naturaleza”, que les permitió conocer hermosos lugares de la provincia. La casa que nos asignaron como vivienda familiar, de un estilo bien patagónico, tenía un sector anexo, tipo quincho, que sirvió para transformarlo en un taller de costura en donde Marta pudo desarrollar plenamente sus actividades de diseño y confección de ropa; en poco tiempo logró tener una importante cantidad de clientas permanentes.

        Por mi parte, paralelamente a la actividad profesional en la Fuerza Aérea, también logré contactarme con gente de la cultura y la música para poder componer y grabar dos discos compactos y realizar recitales en diferentes salones y teatros. Uno de los lugares más emblemáticos era “Casa de Campo”, un salón de té, de los queridos amigos Ángel y Laura Ilarragorri, en donde hacíamos presentaciones de música folclórica para un grupo reducido de “parroquianos”. El Teatro Municipal, por otra parte, fue uno de los lugares más utilizados, en donde presentaba recitales musicales frecuentemente.

      También a través de la guitarra, pude conocer y entablar una hermosa amistad con el Doctor Pablo “Tito” Borrelli, autor de la emblemática zamba “La Santacruceña”. Con el tiempo, basado en sus sentidas poesías, le fui componiendo temas folclóricos (trece en total) y grabamos un disco compacto que se llamó “Un puñado de poemas para cantar y pensar”; por supuesto que también agregué mi propia versión de la querida zamba de Tito. Por intermedio de él, también conocimos a su señora Daphne y a sus hijos Pablo, Alejandra y Rufy; con Ale y su marido Marcos, hicimos una gran amistad.

La Santacruceña – Zamba (Adolfo Zanni y Pablo Borrelli)

      Por otra parte, con motivo del aniversario de la creación de la Fuerza Aérea Argentina y siendo ya Vicecomodoro, tuve el honor de organizar e interpretar junto a camaradas de la Institución, sendos homenajes (Veladas de Gala) en los años 2001 y 2003. Ambos fueron realizados en el cine-teatro “Paseo Carreras” de la ciudad, con todos los protocolos ceremoniales vigentes y la participación del Coro Polifónico de Rio Gallegos y la Escuela Provincial de Danzas  Folclóricas de la Provincia de Santa Cruz. El maestro de ceremonia fue Luis Roberto López, otro amigo de la música que ya conocía de los pagos cordobeses.

        Y así nos fuimos aclimatando; acostumbrándonos a los días “cortos”, donde en invierno el sol aparece recién a las diez de la mañana. Y a los “largos” en la época de las navidades, cuando a las once de la “noche” todavía hay luz natural. 

        En los meses de julio y agosto de ese primer año en el sur, vivimos el evento que llamaron “La nevada del siglo” y que fue para nosotros un verdadero bautismo patagónico. La primera, el 27 de julio, de una intensidad inusitada para la ciudad de Gallegos, que está casi al nivel del mar. La segunda, de menor cantidad pero más dañina por los fuertes vientos del oeste, que provocaron cortes de rutas y servicios de energía eléctrica por varios días. La experiencia vivida fue realmente inolvidable.

       Entre los hechos sobresalientes que vivimos en estas latitudes, son de destacar especialmente los nacimientos de nuestros dos primeros nietos, Mateo y Tobías, en el Hospital Regional de Río Gallegos, los días 20 de agosto de 2001 y 21 de noviembre de 2003, respectivamente. En lo particular, yo tuve el privilegio de visitar la Base Antártica “Vicecomodoro Marambio” en dos oportunidades; en una de ellas, acompañado de mis hijos Santiago y José.

       Las distancias en esta región del “sur más sur” de la Patria son enormes; las rectas interminables provocan una sensación de inmensidad y silencio infinitos. Calculando los frecuentes recorridos que realizamos durante nueve años por esta tierra indómita, sumados a los viajes realizados de ida y vuelta a Córdoba en auto, llegué a la conclusión de que habíamos desandado una cifra cercana a los ochenta mil kilómetros sobre ruedas.

     Por eso decidí desarrollarlos por separado, en forma ordenada, para poder contarles lo más destacado de cada uno de esos lugares y de las aventuras vividas. Además, me tomo la licencia de usar verbos en pasado y presente, para poder describir y comparar situaciones que fueron cambiando con el paso del tiempo.

Ciudad de Punta Arenas – República de Chile

Viaje 1

      Desde Río Gallegos hasta Punta Arenas hay 270 kilómetros de distancia. La primera vez que fuimos a la capital de la Región de Magallanes, República de Chile, en abril de 1995, el camino era mayoritariamente de ripio. El asfalto llegaba sólo a  Chimén Aike, a unos 15 kilómetros; allí empezaba el ripio.  Después de unos 46 kilómetros se llega a la Reserva Geológica Provincial “Laguna Azul”; tiene 60 hectáreas protegidas y un espejo de agua de origen freático, ubicado en el cráter de un volcán inactivo, del campo volcánico de Pali Aike. La laguna alcanza una profundidad de 295 metros y debe su nombre a la intensa coloración, debida a la ausencia de material en suspensión. En el km. 69 se llega a la frontera, en el Paso de Monte Aymond. Del lado chileno, seguía enripiado, bordeando el Estrecho de Magallanes, con imponentes e impactantes paisajes. Justamente en esa zona, un día que volvíamos de Punta Arenas, al atardecer, surgió la inspiración para escribir uno de los temas que después grabé, “Sangre Otoñal”.

Sangre Otoñal – Malambo (Esteban Jaureguiberry)

Luego el camino pasa por la antigua estancia San Gregorio (MN), se aleja del Estrecho y llega al empalme de la ruta nacional número 9 que viene de Puerto Natales. Los últimos 50 kilómetros hasta Punta Arenas son de asfalto. Con el paso de los años se fue cambiando el ripio por pavimento de hormigón, en el lado chileno, y más recientemente por pavimento asfáltico en el tramo argentino. En la actualidad, la ruta está totalmente asfaltada, manteniendo prácticamente el trazado original.  

      Volviendo a la década del 90, a nosotros nos favorecía el cambio de moneda y nos resultaba barato, en general, viajar a comprar cosas a Chile. Por otra parte resultaba atractivo, ya que Punta Arenas representaba, y aún hoy lo es, el centro económico y cultural de la Patagonia sur; históricamente, hasta que se construyó e inauguró el Canal de Panamá, el 15 de agosto de 1914, el Estrecho de Magallanes era el paso obligado del transporte marítimo que unía los océanos Atlántico y Pacífico. Por eso en esta ciudad se pueden apreciar antiguas y magníficas construcciones, edificadas con materiales traídos directamente de Europa a finales del siglo XIX. Los más icónicos son el Palacio Sara Braun (Monumento Histórico Nacional donde funciona el “Hotel Nogueira”), el Palacio Braun Menéndez (Monumento Histórico Nacional donde funciona el “Museo Regional Magallanes”) y el Teatro Municipal. La plaza principal de la ciudad, Plaza Muñoz Gamero, tiene en el centro una espléndida escultura en bronce de 1920, que representa al navegante Hernando de Magallanes sobre un pedestal, y en la base a un grupo de nativos fueguinos recostados. Otro de los emblemas históricos es el Museo Regional Salesiano “Maggiorino Borgatello”, que data de 1893. También de fines del siglo XIX, es el Cementerio Municipal “Sara Braun”, en donde se encuentran los fastuosos mausoleos de las familias pioneras.

      Por otra parte, sobre las calles céntricas se ubican las grandes tiendas chilenas, muy visitadas por Marta, en donde se podían encontrar excelentes ofertas de ropa y calzado, sobre todo para los hijos. Otro ícono comercial era y es la “Zona Franca”, área de 27 hectáreas, con enorme variedad de tiendas y un Centro Comercial de dos niveles. Como está en la salida hacia Argentina, siempre era para nosotros una parada “obligada” para comer y comprar.

       Otro paseo interesante para realizar en la zona es por la ruta 9 sur, bordeando la ribera del Estrecho de Magallanes, para visitar los testimonios de las primeras fundaciones que poblaron la Patagonia. El camino es muy paisajístico, pasando por pueblos de pescadores; al llegar al kilómetro 51 se puede tomar un desvío a la izquierda, llegando a “Puerto de Hambre” o Ruinas de la ciudad “Rey Don Felipe”, Monumento histórico Nacional. En esa hermosa bahía, Pedro Sarmiento de Gamboa fundó la ciudad Rey Felipe, el 25 de marzo de 1584. La falta de abastecimientos y el rigor del clima de la zona acabaron con los colonos; de ahí el nombre Puerto de Hambre.

      Volviendo a la ruta, que hoy está completamente asfaltada, en el kilómetro 56 se llega a “Fuerte Bulnes”, Monumento Histórico Nacional. Fue el primer enclave chileno en la región austral, fundado en octubre de 1843 sobre el morro de Santa Ana que domina el Estrecho. Su pequeña población fue trasladada cinco años más tarde a un mejor asentamiento, fundándose la ciudad de Punta Arenas en 1848.

     El programa de ir de paseo y compras a Punta Arenas, se repitió muchas veces durante los nueve años patagónicos. Respecto al alojamiento, buscábamos hoteles y hostales económicos. Al que más concurrimos fue al “Hostal del Sur”, en la calle Mejicana 151; incluso llegamos a establecer cierta amistad con los dueños del mismo, Teo y Cintia.

Calafate – Parque Nacional Los Glaciares

Viaje 2

     Otro emblema de los periplos sureños era la visita al famosísimo Glaciar Perito Moreno. Desde Río Gallegos hay 314 kilómetros hasta la ciudad de Calafate, transitando por la inmensidad del paisaje estepario; hacíamos siempre una escala a mitad de camino, en el parador La Esperanza y continuando por la ruta 40, a unos 60 kilómetros de El Calafate, se desciende por la hermosa “Bajada de Míguez”, mirador natural desde donde se pueden apreciar el Lago Argentino y el Río Santa Cruz. Si el día está despejado se disfrutan también, a lo lejos, las inconfundibles siluetas de los cerros Fitz Roy y Torre. Nos hospedábamos casi siempre en algún complejo de cabañas. Cuando fuimos por primera vez, en 1995, para llegar al famoso glaciar teníamos 80 kilómetros de ripio; por eso preparábamos todo, con picnic incluido, dispuestos a tomarnos el día completo. Con el tiempo se fue asfaltando por tramos y, actualmente, la ruta provincial número 11 está completamente asfaltada hasta el estacionamiento al frente del Glaciar Perito Moreno. 

      En otra de las visitas al Parque, acompañados por mi hermana Carmen, mi cuñado Pablo y mi sobrina Macarena, nos alojamos en una casa situada dentro de la “Planta Estable” provincial, en la ribera sur del Lago Roca, cercano al glaciar. Desde allí se puede ascender al “Cerro Cristal” para tener un vista panorámica del glaciar y los lagos. Todo el inmenso Parque Nacional posee un paisaje típico de la región andina patagónica; con coloridos bosques de lengas y ñires y enormes lagos como el Argentino y el Viedma. Para describir la belleza del glaciar, no alcanzan los adjetivos; cuando uno está al frente del mismo percibe sensaciones extrañas de belleza y libertad, potenciadas por la inmensidad de los campos de hielo.

      En cuanto a la ciudad de “El Calafate” propiamente dicha, se ha transformado en un destacado centro turístico internacional, por ser la puerta de ingreso principal del Parque Nacional. Posee aeropuerto propio, grandes hoteles y restaurantes. Desde allí se organizan diferentes excursiones a lagos, cerros, cuevas y glaciares, con elevada presencia de turistas extranjeros.

     Personalmente, visité el glaciar Perito Moreno una decena de veces, incluyendo dos oportunidades de ida y vuelta en el día, desde Río Gallegos. Es, sin dudas, uno de los lugares más entrañables de la hermosa Patagonia andina.

El Chaltén – Parque Nacional “Los Glaciares”

Viaje 3

    Es un municipio del oeste de la provincia de Santa Cruz; una pequeña villa turística, fundada el 12 de octubre de 1985, al pie del cerro Fitz Roy, dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Para llegar desde Río Gallegos, es por el mismo camino anterior, pero 45 kilómetros antes de llegar a El Calafate, se empalma la ruta 40 hacia el norte, hasta el cruce de la provincial 23 que bordeando la margen norte del Lago Viedma nos lleva a esta localidad, declarada “Capital Nacional del Trekking”. Posee innumerables senderos de distinta dificultad, que atraviesan bosques y lagos, con miradores naturales que permiten captar la indescriptible belleza del lugar. Desde cualquier ángulo se pueden fotografiar las imponentes moles de los montes Fitz Roy, Torre y Poincenot, demarcatorios del límite con la República de Chile.

       Justamente, los dos primeros son el motivo de visita permanente de reconocidos montañistas, ya que son consideradas dentro de las montañas más difíciles de escalar en el mundo. De hecho, son muy pocas las personas que han llegado a su cima.

       Los antiguos habitantes le llamaban “Chaltén” al cerro Fitz Roy, que en el idioma Ahónikenk significa “montaña que humea”, haciendo referencia a que su cumbre está casi siempre cubierta de nubes. El 2 de marzo de 1877 el Perito Francisco Pascasio Moreno, bautizó la montaña con el nombre de Fitz Roy, en honor al capitán del Beagle , quien recorrió el territorio en 1834.

      Desde “El Chaltén”, recorriendo 37 kilómetros por la ruta provincial número 41, se accede al “Lago del Desierto”. Este desagua en el “Río de las Vueltas” y pertenece a la cuenca del “Río Santa Cruz”. El camino de ripio va bordeando el mencionado río de aguas increíblemente cristalinas, entre cascadas y bosques milenarios de ñires y lengas. La belleza del paisaje es asombrosa y muy inspiradora.

      La villa turística tiene capacidad para recibir a una cantidad de extranjeros y alojarlos en hoteles, hostales y cabañas con todos los servicios; posee además empresas y guías que ofrecen recorridos de trekking, montañismo y turismo aventura. Es importante aclarar que, actualmente, la ruta entre Río Gallegos y El Chaltén está totalmente asfaltada.

Puerto San Julián

Viaje 4

      En el año 2001, nuestra hija Belén y nuestro yerno Gabriel, vivían en Río Gallegos, cerca de casa; en la proximidad de fin de año, Gabriel consiguió ingresar como contador en la empresa minera “Cerro Vanguardia”, dedicada a la explotación de oro y plata. Por tal motivo tuvieron que trasladarse a vivir a San Julián, a una vivienda otorgada por la misma empresa. Coincidentemente, el día 20 de agosto de ese mismo año, había nacido nuestro primer nieto, Mateo. Por tal motivo, durante los siguientes dos años, íbamos “religiosamente”, una o dos veces por mes a visitarlos; saliendo los viernes a la tarde o sábado a la mañana, y volviendo los domingos. La distancia desde Gallegos, por la ruta nacional 3, es de 360 kilómetros, que recorríamos casi de memoria. Los primeros 25 kms. hacia el oeste, hasta Guer Aike, en donde se cruza el puente carretero sobre el Río Gallegos, justo al comienzo de la ría. Después se pone “proa” al norte y se asciende unos cinco kms. para llegar a la típica meseta patagónica. Allí comienzan las rectas interminables, cruzando diversos cañadones con extensiones casi “infinitas”, cubiertas sólo por dorados coirones y matas negras.

      En el kilómetro 199 está el ingreso al Parque Nacional “Monte León”, creado en octubre de 2004, que es un área protegida federal situada sobre el litoral marítimo. Constituye una muestra representativa de la biodiversidad costera patagónica, con sitios de valor paleontológico. El área está compuesta de altos acantilados, islas, pequeñas bahías y playas que se descubren con la bajamar. El Parque cuenta con colonias de cormoranes, gaviotines, pingüinos magallánicos y otras 20 especies de aves costeras y marinas. Se destaca especialmente la colonia de 60.000 pinguinos, siendo la cuarta en importancia del país. Entre los vegetales característicos de la zona, se destacan el calafate, los diferentes coirones, la mata negra, la cola de zorro y la mata verde, que sirve de refugio para los nidos de pingüinos.

      Siguiendo la ruta, en el kilómetro 222, se cruza con la provincial 288 que va a Puerto Santa Cruz. Diez kilómetros más adelante se llega a la localidad de Comandante Luis Piedra buena, ubicada en el margen izquierdo del río Santa Cruz. Justamente, en el medio del río hay una pequeña isla (Isla Pavón) con frondosas arboledas, que posee un camping y proveeduría y resulta el principal espacio de esparcimiento de la ciudad. Más adelante, sobre la misma ruta y casi saliendo de Piedra buena, estaba la estación YPF en donde parábamos siempre a tomar un café.

      Luego el camino vuelve a subir a la meseta y continua con la misma monotonía del paisaje estepario. En el kilómetro 310 pasa por el “Gran Bajo de San Julián”, la depresión endorreica más grande de América, que se puede observar desde un mirador natural. La parte más baja, la “Laguna del Carbón” está a 105 metros bajo el nivel del mar. Y 50 kilómetros más adelante se llega a Puerto San Julián. La ciudad está ubicada en la orilla occidental de una bahía de forma alargada, de 13 kms de largo por 5 kms de ancho. Tiene alrededor de 9.000 habitantes y cuenta con varios atractivos turísticos relacionados con la gran bahía. Lo más destacado sin dudas, es su relevancia histórica. El 31 de marzo de 1520 arribó a la costa sanjulianense una expedición española en busca de un paso hacia las indias por el sur de América. Estaba comandada por el navegante portugués Fernando de Magallanes y formada por cinco naves, una de las cuales era la célebre nao “Victoria”, embarcación que culminaría su periplo siendo la primera en dar la vuelta al mundo. El nombre de la bahía fue impuesto por Magallanes, por haberla descubierto el día que en el santoral católico conmemora a San Julián de Cesárea.

      El 1 de abril, domingo de ramos, el navegante portugués hizo oficiar una misa, la primera que se tenga registro en el actual territorio argentino. También mandó a poner una cruz en la elevación más alta de la zona, un cerro de 285 metros de altura, al que bautizó “Monte Cristo” (hoy Monte Wood).

      En el puerto de la ciudad existe una réplica a tamaño real, de la nave del Comandante Magallanes, la cual constituye un importante atractivo turístico.

      Otro lugar que tuvimos la oportunidad de conocer, es la mina de oro y plata de “Cerro Vanguardia”, ubicada a unos 150 kms. al noroeste de San Julián; se trata de una extensa explotación de más de 50.000 hectáreas, ubicada en el medio de la meseta patagónica, en la cual se desarrollan simultáneamente trabajos de extracción a cielo abierto y subterráneo.

     En una de las tantas visitas a Puerto San Julián, en la semana santa del 2002, dejamos el vehículo (Kía Besta) en San Julián y seguimos en la camioneta de nuestros hijos, con el único nieto en ese momento (Mateo de 8 meses) con destino a El Chaltén. Salimos el jueves a la mañana por asfalto hasta Piedra Buena (120 kms) y desde allí por la ruta provincial 288, totalmente de ripio en esa época (350 kms). Actualmente, el único tramo enripiado es el que une Estancia La Julia con Tres Lagos, que tiene alrededor de 100 kilómetros.

     Esta carretera cruza literalmente toda la meseta patagónica, desde el mar hasta la cordillera; pasa por la icónica e increíble forestación de la mega estancia La Julia; allí, en 1930, el pionero italiano Antonio Menotti Bianchi plantó en un largo de 50 kilómetros, hileras de álamos, sauces, robles y pinos, como protección de los intensos y permanentes vientos; en el interior hay todavía 322 hectáreas de campo fértil, donde logró producir alfalfa, trigo, verduras y frutas, como si esa zona semidesértica fuera la Pampa Húmeda. Para asegurarse el riego, Bianchi implementó la canalización de los ríos Chico y Chalía, que le brindaron el caudal necesario para toda la forestación.

     Durante la estadía, hicimos senderismo, recorrimos toda la zona y su entorno (incluyendo el “Lago del Desierto”) y tomamos cientos de fotografías. El sábado a la noche estuvimos de regreso en San Julián y el domingo retornamos a Río Gallegos. En ese viaje solamente, recorrimos en total unos 1.800 kilómetros. 

    Para finalizar, un dato anecdótico de color, por momentos especiales vividos en esas latitudes. Gabriel y Belén habían hecho amistad con un joven matrimonio, Carmelo y Dolores; él trabajaba como segundo administrador de la estancia “Coronel”, cuyo casco principal está situado a sólo 20 kilómetros de la ciudad, considerada la más extensa de todas las explotaciones ovinas de la Patagonia (350.000 hectáreas). Justamente allí pasamos el último año nuevo sureño, pocos días antes de emprender el regreso definitivo a Córdoba.

Cabo Vírgenes

Viaje 5

     Este es otro de los viajes que realizábamos con cierta frecuencia; al último confín del continente, Cabo Vírgenes, ubicado en la boca oriental del Estrecho de Magallanes. Desde Gallegos son alrededor de 130 kilómetros; en Chimén Aike está la opción de seguir a la izquierda, por el trazado asfáltico de la vieja ruta 40, para llegar a Punta Loyola, ubicada en el extremo sur de la Ría del Río Gallegos. En el lugar existen instalaciones de almacenamiento de petróleo y carbón; aunque sin dudas, lo más destacado es ver encallado en una inmensa playa de arena, el casco del naufragado buque Marjory Glen, que se incendió en el lugar en el año 1911. Además, allí se encontraba el cartel indicador del final de la ruta 40 sur, que nacía en la ciudad de Mendoza. 

      Si, en cambio, desde Chimén Aike se continúa derecho recorriendo cuatro kms. más de asfalto por la ruta nacional 3, se llega al empalme de la RP 1, que se superpone con el tramo inicial de la emblemática RN 40, que ahora comienza justamente en el faro de Cabo Vírgenes, en donde está el cartel indicador del kilómetro 0. En esta distancia de 124 kms., el camino es de ripio, con vegetación netamente esteparia. Pasa por la estancia Los Frailes y en el kilómetro 70 por la reconocida estancia Cóndor. Más adelante se sitúa la estancia turística Monte Dinero, con alojamiento y salón de té. En el kilómetro 125, la ruta se bifurca; a la derecha a Punta Dungeness y a la izquierda al histórico faro de Cabo Vírgenes. Este faro, administrado y operado por la Armada Argentina, entró en servicio en 1904 y consta de un tubo de acero que contiene escalera y una estructura externa reticulada, también de acero. Mide 26,5 metros de altura y su haz de luz tiene un alcance de 44 kilómetros. Volviendo a la bifurcación, por la opción a la derecha se llega a la boca noreste del estrecho, a la punta Dungeness; del lado chileno se erige el Faro construido en 1899. En la zona cercana se ubica también un monolito recordando el lugar donde Sarmiento de Gamboa fundó el primer pueblo, en 1584, bajo el nombre de “Ciudad del Nombre de Jesús”.

       Finalmente, nos encontramos con el atractivo principal de la visita a este rincón lejano de nuestra geografía, la “Reserva Provincial Cabo Vírgenes”, que alberga una colonia de pingüinos magallánicos de aproximadamente 250.000 ejemplares, siendo la segunda más grande de Sudamérica y la más austral del continente. En una extensa superficie cercana a la playa, protegidos por la mata verde, se pueden observar miles de nidos de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus).

Ushuaia – Tierra del Fuego

Viaje 6

      En la Semana Santa del año 2001, fuimos a Ushuaia en la Kía Besta, acompañados de mi suegra Martuca y nuestros hijos José, Belén y Gabriel.       Desde Río Gallegos hasta Ushuaia son 579 kilómetros de distancia, los últimos correspondientes a la ruta nacional número 3, que nace en la ciudad de Buenos Aires. En el kilómetro 69 está el control fronterizo de Monte Aymond. Ya en territorio chileno, se continúa por la carretera CH255, hasta el empalme de la ruta CH257, a la izquierda, que lleva hacia Primera Angostura, en donde se embarca en transbordadores. Hay cinco kilómetros de navegación por el Estrecho de Magallanes, desde Punta Delgada hasta Bahía Azul, que resultan sobrecogedores por la inmensidad del paisaje; a partir de allí, sigue la ruta mencionada, de asfalto, hasta Cerro Sombrero. Continúan luego cien kilómetros de ripio, siempre en jurisdicción chilena, llegando nuevamente a territorio argentino en la localidad de San Sebastián. Ahí reinicia la ruta 3, con pavimento asfáltico, bordeando el Oceáno Atlántico y atravesando una zona de estancias ovinas, hasta llegar a la ciudad de Río Grande, ubicada en la costa noreste de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Tiene una población estimada de 98.000 habitantes; ostenta ser la ciudad industrial más austral de Argentina. Muy conocida por ser también la “Capital Nacional de la Trucha”, ya que en el río homónimo se desarrolla la pesca deportiva de las truchas marrón y arco iris. Tiene clima semiárido, con relieve llano y poca vegetación arbórea. 

    Saliendo de Río Grande hacia la capital de la isla, a los pocos kilómetros, se comienzan a ver algunos arbolitos de ñire, que se van haciendo cada vez más importantes en la medida que vamos acercándonos a la región cordillerana. A mitad de camino llegamos a Tolhuin, localidad ubicada en la cabecera oriental del Lago Fagnano, en una región de bosques andinos subantárticos. Se destaca la actividad forestal con la explotación de la madera de lenga. En las dos últimas décadas se ha desarrollado mucho el turismo, impulsado por emprendimientos privados. 

     Continuando la ruta 3, en el kilómetro 3086, se cruza por el Paso Garibaldi, que es un paso de montaña construido a través de las últimas estribaciones de la cordillera fueguina, a 450 msnm. Desde el mirador se pueden apreciar el Lago Escondido y parte del Lago Fagnano. La ruta continúa sinuosa y en descenso, a través de imponentes bosques de lengas y después de recorrer 60 kilómetros llega a la ciudad de Ushuaia, en el margen norte del Canal de Beagle. 

     Estuvimos en la capital de la Provincia de Tierra del Fuego tres días, alojados en el casino de la Base Aérea de la Armada. Pudimos conocer los lugares más emblemáticos de esta ciudad, encerrada entre los cerros nevados y el famoso Canal: el tren del fin del mundo, el glaciar Martial, El canal de Beagle, la cárcel – museo del fin del mundo y el Parque Nacional Tierra del Fuego, entre otros. Justamente en la Bahía Lapataia, dentro del Parque Nacional,  está el cartel indicativo del hito final de la ruta número tres, que marca el kilómetro 3.079.

Puerto Natales y Torres del Paine

Viaje 7

      Visitamos dos veces esos lugares turísticos pertenecientes a la Región de Magallanes, en la República de Chile; Una vez, en febrero de 1997, acompañados de nuestra familia chilena (de Santiago), Pablo, Carmen y Macarena, como parte de un recorrido que comprendió también las ciudades de Punta Arenas y Calafate. La otra, en enero de 2002, con los primos radicados en Los Ángeles (EE.UU), Carlos, Michelle y sus hijas, con los que hicimos el mismo raid, pero a la inversa.

     La ciudad de Puerto Natales es la capital de la Provincia de Última Esperanza, ubicada a orillas del Canal Señoret. Es también el puerto para los barcos que recorren los fiordos de la Patagonia. Se puede llegar por la ruta 9, chilena, que la comunica con Punta Arenas o por la 40, argentina, que pasa por Río Turbio, ciudad fronteriza con Natales, a la que se accede por el Paso Dorotea. Tiene alrededor de 20.000 habitantes y es el centro de servicios de la intensa actividad ganadera de la zona. Sus principales atractivos turísticos son: el Parque Nacional Bernardo O´higgins, ubicado en la zona de fiordos, la Cueva del Milodón – cercana a la ciudad- y, fundamentalmente el maravilloso Parque Nacional Torres del Paine.

     Al primero de los parques, en el sector de fiordos, se accede sólo por vía navegable. El Monumento Natural Cueva del Milodón, se encuentra a sólo 24 kilómetros al norte de la ciudad; en ese lugar, en el año 1896, el Capitán Eberhard encontró trozos de piel en notable estado de conservación, además de huesos y pelos de un animal prehistórico, parecido al perezoso, aunque de mucho mayor tamaño. Vivía en los cerros boscosos de la Patagonia sur y calculan que medía 2,5 metros de altura y pesaba 3 toneladas. En la entrada de la enorme cueva de 200 metros de profundidad por 30 de altura, hay una réplica del animal y un museo con la historia paleontológica y arqueológica del lugar.

     El Parque Nacional Torres del Paine, creado en 1959, tiene 243.000 hectáreas y fue declarado Reserva Mundial de la Biósfera, por la Unesco, en 1978. Tiene diferentes puertas de acceso, aunque la más conocida es la portería Laguna Amarga, por donde ingresamos nosotros en ambas visitas.

     Saliendo de Puerto Natales, son 60 kilómetros de asfalto hasta la población de Cerro Castillo, que es la capital de la comuna, establecida en el casco de la gran ex estancia Cerro Castillo, creada en 1906 por la Sociedad Explotadora Tierra Del Fuego. Luego el camino es de ripio, pasando por distintos lagos, llegando en el kilómetro 125 a la mencionada portería. El Parque tiene maravillosos senderos, tupidos bosques, lagunas con témpanos y enormes glaciares, cercanos a los icónicos Cuernos del Paine.

     De regreso a Río Gallegos, se puede optar por cruzar la frontera en Cerro Castillo y volver por la ruta nacional 40 que pasa por Río Turbio.

Estancias Patagónicas

Viaje 8

     En la provincia de Santa Cruz hay una gran cantidad de estancias ganaderas dedicadas a la explotación ovina; y otras que combinan dicha actividad con el ofrecimiento de servicios de alojamiento, casa de té, comidas típicas y turismo aventura. Nosotros entablamos amistad con gente vinculada al ámbito rural, por lo que solíamos visitar algunas estancias, como Moy Aike Chico, Cabo Buen Tiempo y Tapera.

     La primera de ellas está ubicada en el camino que conduce a Comandante Piedra Buena, cercana a la ruta 3; en plena meseta y a unos 100 kilómetros de Gallegos. Sus dueños, Jorge y Silvia Jamiesson, eran parientes de nuestro amigo el doctor Pablo Borrelli y solían invitarnos a saborear el mítico cordero patagónico, asado a la cruz, que preparaba Jorge con una calidad y paciencia infinitas. Casi siempre compartíamos estas verdaderas “ceremonias” culinarias con Tito, su señora Daphne, Alejandra y Marcos. Los alrededores de la casa principal del casco de la estancia, lucían un ajardinamiento digno de una revista botánica, con un césped impecable, tupidos canteros de flores multicolores y un simpático lago artificial, que servía para riego.

     La otra estancia pertenece a un matrimonio amigo de Ángel y Laura Ilarragorri, John y Mirna Rudd. Está situada justo frente a la ciudad de Río Gallegos, pero del otro lado de la ría. Por eso es que, para llegar por tierra, había que salir por la ruta 3 y dar toda la vuelta, recorriendo 80 kilómetros, para poder acceder a la misma. Alrededor del casco, tiene una frondosa arboleda y parcelas con riego artificial para cultivo de pasturas y hortalizas.

    La estancia “Tapera” está ubicada también en la meseta, a unos 180 kilómetros de Río Gallegos, cerca de Fuentes del Coyle. Se va por la misma ruta al Calafate hasta el parador Esperanza; allí se empalma la carretera provincial 7 hacia el Coyle. Pertenece a la familia Ilarragorri y se dedica exclusivamente a la explotación ganadera ovina; actualmente es administrada por uno de los hijos de nuestros amigos, Mariano.

Vieja Casona Sureña – Zamba (Pablo Borrelli y Esteban Jaureguiberry)

    Otra de las estancias que visitamos varias veces es “Monte Dinero”, de la familia Fenton, ubicada muy cerca de Cabo Vírgenes. Allí se hacían demostraciones de esquila, se criaban perros ovejeros para manejo de rodeos de ovejas y también servían un completo té con exquisitas tortas.

    Existen también en la provincia una cantidad innumerable de estancias que se dedican exclusivamente a la recepción de turismo extranjero a gran escala; en general, brindan servicios jerarquizados de alojamiento, gastronomía patagónica, pesca de salmónidos y turismo aventura.

Río Gallegos – Ascochinga – Río Gallegos

Viaje 9

    Después de la mudanza, vía terrestre, que realizamos en febrero de 1995 en la kombi Volswagen, cuando fuimos a instalarnos en la vivienda de la calle Errázuriz 384, fuimos concretando otra serie de viajes por ruta, entre Gallegos y Ascochinga, hasta el regreso definitivo en el mes de enero de 2004, en la Isuzu Trooper. Incluso también, a partir de 1999, realizamos algunos periplos desde Gallegos hasta Bahía Blanca, para visitar a los hijos que estaban estudiando en la universidad, en esa ciudad.

     La emblemática ruta nacional 3 era la protagonista excluyente; esta carretera nace en la ciudad de Buenos Aires y termina en la Bahía Lapataia, dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego, donde está el hito del kilómetro 3.079. Aunque también desandábamos parte de la 22, 35 y 36. Las escalas casi obligadas, para poder recorrer sin sobresaltos los 2.800 kilómetros totales, eran las ciudades de Comodoro Rivadavia (con opción de Trelew), Puerto Madryn, Bahía Blanca y Santa Rosa de La Pampa. Normalmente hacíamos el trayecto en tres días.

      En una oportunidad, en el mes de enero de 1999, planificamos el retorno desde Ascochinga al sur por carreteras cordilleranas, especialmente por la ruta 40, en la Kía Besta; éramos diez personas. Fuimos por Río Cuarto y luego por la 35 y 152 hasta el Alto Valle del Río Negro. Luego continuamos por las nacionales 22 y 237 para llegar hasta Bariloche. Cuando salimos de la localidad de Piedra del Águila, a la tardecita, calculábamos llegar al final de la etapa del día como a las once de la noche; pero en plena meseta patagónica, ya bien oscuro, nos sorprendió la rotura de la correa del ventilador de la refrigeración y aire acondicionado, por lo que quedamos totalmente varados. Estábamos deliberando qué hacer, cuando de manera absolutamente sorprendente apareció en sentido contrario, un camión de auxilio que volvía de Bariloche a Piedra del Águila; no lo podíamos creer, pero se detuvo y fue nuestra providencial salvación; de noche y en medio de la “nada”, cargaron la Kía y regresamos a buscar una solución . A pesar de la hora seguimos con suerte, ya que nos atendió amablemente un mecánico, que tenía el repuesto adecuado y cambió la correa para poder seguir. Por supuesto que viajamos a la madrugada y llegamos a Bariloche para el desayuno en el Automóvil Club.

      Allí hicimos una escala de dos días, para conocer un poco más de los increíbles paisajes de la ciudad de San Carlos y sus alrededores; además compartimos momentos agradables con un primo de Marta (Oscar) y su familia, que vivían y siguen viviendo allí. Alquilamos una  cabaña y nos ubicamos los diez como pudimos.

     La ciudad de San Carlos de Bariloche es la más poblada de la región de Los Andes Patagónicos, ubicada en la ribera sur del lago Nahuel Huapi, en el área de transición entre la estepa patagónica y la selva valdiviana. Es uno de los destinos turísticos más visitados de la Argentina, especialmente durante la temporada invernal. Sus lagos, bosques y montañas, más sus destacados centros de esquí, son los principales atractivos. Sobresale también el estilo constructivo de sus viviendas, que es parte del legado histórico de la ciudad, inspirado en diseños alpinos y europeos que trajeron los primeros inmigrantes de origen alemán. 

     El siguiente tramo nos llevó hasta Esquel, en la provincia de Chubut, por la ruta 40, con una breve parada para almorzar en El Bolsón. Nos resultó complicado conseguir alojamiento hasta que finalmente encontramos un hotel familiar en donde pudimos acomodarnos todos, por dos noches.

     La ciudad es el centro de servicios más importante de la cordillera chubutense; sus recursos económicos más destacados son la ganadería, la silvicultura y el centro de esquí “La Hoya”. Además, se encuentra rodeada del Parque Nacional Los Alerces, que es uno de los principales atractivos turísticos de la Patagonia y protege a estos milenarios árboles. Por otra parte, este Parque alberga y rescata también, especies amenazadas como el huemul.

    Un lugar hermoso que visitamos fue un camping situado sobre el río Futaleufú; este río cordillerano es alimentado por los lagos del Parque Nacional Los Alerces, atraviesa la Cordillera de los Andes y desemboca en el lago Yelcho, en territorio chileno. La cuenca del Futaleufú es una zona turística muy importante en la región; el río es conocido por sus aguas azules y frías, producto del deshielo  de los glaciares. En un acto de “valentía” extrema y animados por el tremendo calor, los chicos se metieron y nadaron un rato para la foto de rigor.

     Siempre por la famosa ruta 40, al día siguiente enfrentamos una etapa de casi seiscientos kilómetros hasta la localidad de Los Antiguos, ya en la provincia de Santa Cruz. En esa época, a partir del cruce de la 40 y la nacional 26, había una distancia de 160 kilómetros de ripio, pasando por Río Mayo, hasta llegar a Perito Moreno. Hoy se encuentra todo el camino con pavimento asfáltico. Desde esta última ciudad, continúa la ruta hacia el oeste, y bordeando el inmenso Lago Buenos Aires se arriba a este remoto pueblo ubicado a 1.056 kilómetros al noroeste de Río Gallegos. 

     Pese a que el clima de la zona es frío, el área de Los Antiguos se ve beneficiada por un clima más benigno, por su baja altitud y el influjo moderador de los vientos del cercano océano Pacífico. Por ese motivo se puede practicar una agricultura intensiva de frutos agrios, en especial la cereza. Por eso es que ha sido declarada la ”Capital nacional de la Cereza”, celebrándose durante el mes de enero de cada año la Fiesta Nacional alusiva a este preciado fruto. 

    Sólo pasamos una noche en un hotel céntrico y a la mañana siguiente paseamos por la zona de chacras y compramos unos exquisitos dulces caseros y cerezas en almíbar. Cerca del mediodía partimos hacia el este, por la ruta provincial 43, buscando el empalme con la nacional 3 en la localidad de Fitz Roy, a unos 370 kilómetros de distancia. Lamentablemente, por un grave problema sindical-petrolero, En la ciudad de Las Heras (120 kilómetros antes) estaba cortada la ruta y tuvimos que recurrir a un desvío de ripio, por la carretera 16 hacia el norte, buscando la ruta 26 que va a Rada Tilly; Recién ahí, después de un amplio “rodeo”, perder varias horas y romper un neumático en el “canto rodado” patagónico, empalmamos la emblemática 3 que nos llevaría a casa. Sumamente cansados hicimos una escala en Caleta Olivia para comer algo; después resolvimos seguir avanzando de noche, todo lo que pudiéramos, hasta que el cansancio nos obligó a detenernos en una estación de servicios en San Julián, sobre la ruta, a la madrugada, para recuperar algo de energía. Cerca de las nueve de la mañana paramos a desayunar en Comandante Luis Piedra buena y luego encaramos el “reto” final de 235 kilómetros hasta Río Gallegos. Llegamos a la una de la tarde, extenuados pero contentos de haber vivido una aventura algo “accidentada” pero realmente diferente.

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